Mientras que algunos países tienen la programación incorporada en su plan de estudios nacional, en Japón, las clases de programación no son obligatorias. Glico ha sido un producto familiar para los niños durante más de 95 años y vio la oportunidad de ayudar a avanzar la idea de ayudar a conectar a los niños con la educación de la programación.
GLICODE fue la primera aplicación educativa que utilizó reconocimiento de imágenes avanzado para convertir caramelos reales en código para enseñar a los niños los fundamentos de la programación. Cada paquete de Pocky, Bisco y Almond Peak se convierte en lecciones de programación del tamaño de un bocado, donde los niños pueden colocar y organizar sus bocadillos, capturar la secuencia y ver cómo se convierte en un código que mueve a un personaje a través de desafíos cada vez más complejos. La aplicación cubre tres principios básicos de programación.
Diseñado en un lenguaje visual fácil de entender, los niños aprendieron a automatizar instrucciones repetitivas y a asignar acciones a disparadores específicos, haciendo de GLICODE un verdadero lenguaje de programación con infinitas posibilidades.
La campaña superó a los KPI en Japón y en el extranjero. La iniciativa fue tan bien recibida que el gobierno japonés seleccionó esta campaña como un programa piloto para enseñar la codificación en los colegios. Glico, una compañía de confitería, ayudó a probar lo divertido que será la codificación. El caso llegó a ganar el ORO en la categoría de móviles de los Leones de Cannes.
Cannes Lions
programa piloto